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Ocho claves para explicar la muerte a los niños

martes, 13 de enero de 2015

Hace tiempo que escribí el artículo de Cómo hablar de la muerte con niños. En el mismo incluía las ocho claves para explicar la muerte a los niños que yo extraje de la experiencia personal en nuestra familia. Creo que quedó demasiado extenso y que podía ser interesante dividirlo en capítulos, así que he pensado dedicar un artículo exclusivo a esos ocho puntos para explicar la muerte a los niños y para reflexionar los no tan niños ;)

Imagen de una calle de un pueblo al anochecer con la frase "8 claves para explicar la muerte a los niños"


La muerte es parte de nuestra vida y está a nuestro alrededor constantemente en todos los acontecimientos del entorno más próximo y el no tan próximo como las muertes que vemos a diario en informativos por ejemplo, así que es importante que aprendamos a hablar con sinceridad con nuestros hijos.


Ocho claves para explicar la muerte a los niños

  1. Lo más importante es la sinceridad y contestar con honestidad a todas sus preguntas para satisfacer su natural curiosidad. Si le decimos que el vecino al que veía todos los días se ha ido de viaje, se ha mudado o está en el hospital de forma indefinida, al final es inevitable que se entere de la verdad o que simplemente note que estamos mintiendo. De esta forma no sólo no estaremos dando respuesta a sus preguntas sino que además le damos el mensaje de que la información veraz la tiene que buscar fuera de nosotros, así que será un perjuicio en la buena comunicación a largo plazo.

    Cuando le dijimos a nuestra hija Carmen que su abuelo había fallecido, después del primer momento de llanto, comenzó a preguntar cómo había sido todo, si había sido enterrado o incinerado, que cómo se incineraba a las personas y todo lo que se le pasó por la cabeza. Por suerte ella estaba de vacaciones con los otros abuelos cuando ocurrió todo y pudimos prepararnos para ese momento.
  2. Aclararles exactamente en qué consiste la muerte biológicamente. No respiramos, el corazón deja de latir y se para y todos los órganos del cuerpo dejan de funcionar. Carmen esto lo entendía perfectamente y muy bien.
  3. Explicarles que la muerte es universal, que todos nos vamos a morir, aunque es excepcional cuando ocurre en personas jóvenes. Esto es algo que ellos ya han podido observar a lo mejor en animales como insectos por ejemplo.

  4. Imagen de una autopista con un único sentido y con la frase "la muerte es irreversible"
  5. Deben comprender que la muerte es irreversible y que no hay vuelta atrás. A veces en los dibujos los personajes mueren y resucitan, o cuando ellos juegan, pero eso es parte del mundo de la fantasía y si queremos que asimilen la realidad de la muerte tienen que entender que es definitiva.
  6. No utilizar frases hechas o metáforas que sólo son eufemismos y no sirven más que para confundirlos. La metáfora del viaje puede hacer que se queden esperando que el ser querido vuelva, que se pregunten si va a venir a su cumpleaños, etc. Otras explicaciones habituales, como "el abuelo se ha quedado dormido", puede hacer que cojan miedo a quedarse dormidos ellos. O la de "nos está viendo desde el cielo" puede asustarles al creerse sometidos a una vigilancia. Es muy fácil caer en frases de este tipo, así que conviene pensar muy bien lo que les decimos.
  7. Tienen que saber que no es malo mostrar lo que sienten y es normal que estén tristes. Puede que manifiesten su tristeza en forma de rabia o enfados, por eso es importante tener paciencia, hablar con ellos, decirles que les comprendemos y que los adultos también nos sentimos mal. Si nos escondemos a llorar, pensarán que es algo malo que hay que ocultar y harán lo mismo.

    Carmen se puso a llorar cuando se lo dijimos y su reacción fue normal y totalmente acorde a la situación que estaba viviendo. Aunque se nos rompía el alma al verla llorar, sabíamos que había que respetarla porque tenía todo el derecho a ponerse triste y lo único que hicimos fue decirle que la entendíamos, que era normal que se pusiera triste y la abrazamos. También ha tenido momentos de irritabilidad y enfado que yo asocio a lo ocurrido, pero ya ha pasado.

    Aún cuando los días del suceso ya quedaron atrás, hay que tener claro y presente que la familia tiene un tiempo de vivencia del duelo que no consiste en vestirse de negro ni nada parecido. En este periodo hay que darse un respiro, ser benevolentes y comprensivos con nosotros mismos y saber que es normal cómo nos sentimos, a veces incluso raros, pero que todo pasará.
  8. Ofrecerles la oportunidad de participar y despedirse y no mantenerles al margen. Los niños también tienen derecho a tener su momento o ritual de despedida. Queremos protegerles tanto y nos resulta tan insoportable el sufrimiento de nuestros hijos que les queremos evitar todo. Así pues les excluimos de algo que hay que vivir en familia y unidos y no les permitimos que se pongan tristes. Les mostramos que la tristeza es exclusiva de los mayores y que los niños tienen que estar siempre felices y contentos.

    Si consideramos que no es adecuado que asistan al cementerio o tanatorio pueden hacer otras muchas cosas en casa como encender una vela, hacer un dibujo, escribir una carta, o lo que se nos ocurra. Como Carmen no estaba con nosotros cuando ocurrió todo, no hubo la opción de decidir si iría al tanatorio o no, algunos de sus primos sí que fueron. Sin embargo aún estaba pendiente el ir a recoger las cenizas, así que le preguntamos si quería ir y en seguida dijo que sí. Fue su oportunidad para tener su momento de despedida y de hacer tangible algo que es tan abstracto cuando sólo te lo cuentan.

  9. Imagen de un cielo azul con la frase rotulada "Hablar de los seres queridos, aunque ya no estén, reconforta"
  10. Hablar de la persona querida es algo que les reconforta mucho. Acordarse de las cosas buenas y bonitas en momentos de tristeza puede servir como desahogo. Tiempo después Carmen tenía la necesidad de contarlo a las personas conocidas, muchas de ellas ya lo sabían. Era capaz de verbalizar que se había sentido muy triste cuando nosotros se lo dijimos y que el hecho de acordarse hacía que se emocionara. En esos momentos yo le permitía que expresara lo que sentía y le decía que era normal y empezaba a hablar de anécdotas de su abuelo y eso le gustaba. También ver fotos juntos del ser querido puede ayudar mucho.
Y a ti ¿Te ha preguntado alguna vez tu hijo sobre la muerte? ¿Qué le has dicho?

Cómo poder conversar sin interrupciones

lunes, 14 de julio de 2014

Conversaciones sin interrupciones
Cómo mantener conversaciones sin interrupciones
Desde que soy madre cada vez me resulta más difícil mantener el hilo de una conversación hasta el final y sobre todo sin interrupciones, aunque poco a poco lo estoy consiguiendo. Pero no sólo son los vástagos los que afectan a esta realidad:

Quiero hablar con el Padredefamilia de algo y Carmen quiere que vea el último vídeo de Michael Jackson que ha descubierto en YouTube. Lo veo y le digo que muy bien y que vaya a ducharse. Intento retomar la conversación y entonces es Bruno el que se queja porque no puede abrir la puerta, le ayudo. ¿Por dónde iba? Ahh, ya.

Entonces el Padredefamilia me pregunta si quiero cenar ensalada de tomates con queso o con anchoas y que prepare las basuras para bajarlas. Suena una notificación de Twitter, alguien me ha mencionado, "favoriteo", me voy a los baños a recoger las bolsas de las papeleras y vuelvo a ver si antes de bajar puedo llegar a la mitad de mi mensaje.

Pero no, el grupo de pádel de Whatsapp me recuerda que tengo que reservar la pista para mañana no se me vaya a olvidar (benditos ellos que están pendientes, pues justo en el momento que hay que reservarla tengo demasiadas cuestiones entre manos, o entre palabras). Intercambio un par de frases y entonces es Carmen quien me llama para que le acerque el pijama para ponerse cuando salga de la ducha (le he repetido por activa y por pasiva que se lo prepare ella antes, pero la mayor parte de las veces se le olvida).

Llama la buenaabuela para saber qué tal le fue a Carmen su examen y si Bruno se acuerda de ella y la nombra. Paso el teléfono para que abuela y nietos puedan hablar mientras yo voy organizando las ropas. Terminan su conversación y retomamos dinámica de duchas, cenas, preparar las cosas para el día siguiente y acostarse.

Cuando ya por fin los niños están en la cama y tenemos nuestro ágape listo para hincarle el diente, es el momento de retomar la conversación, pero cuando nos acabamos de sentar oimos a Bruno llorar, el Padredefamilia va a su habitación, se le ha caído el osito al suelo, se lo recoge y vuelve a nuestra cena y conversación a medias.

En este "impasse" me he puesto a consultar los mensajes del grupo de Whatsapp de padres del cole que están comentando sobre cómo tienen que ir vestidos los niños para la fiesta de fin de curso y es que no me había enterado, así que cuando el Padredefamilia vuelve, aprovecha para ver qué se cuece en Facebook. Por fin ambos dos liquidamos todos los hilos de conversación y comunicaciones al margen, pero ya estamos en el final de la jornada y bastante cansados. Terminamos de despachar, seguro que se nos han quedado muchas cosas en el tintero de las que en ese momento ya ni nos acordamos.

Este puede ser un buen ejemplo de varios intentos fallidos de contarnos algo.

Los niños interrumpen y Whatsapp más
Ya Lucía de Baballa escribió un artículo en el que contaba su frenética comunicación vía Whatsapp, por suerte yo aún no he llegado a su nivel. Abrió el debate, pues aún quedan personas que no lo usan ni lo quieren tener. Personalmente yo estoy muy a favor. A mí me ayuda mucho a mantenerme muy en contacto con mis familiares que no los tengo cerca y así saben de los niños, puedo mandar fotos y vídeos, así como recibirlos. Por no decir que me ayuda a no perderme información de cosas que pasan en la clase de Bruno, lo que me viene muy bien porque él, contar, no es que cuente mucho. Además te permite conversar en entornos de silencio como conferencias, reuniones, etc.

Con todo esto tengo un montón de grupos: el grupo de mi familia, la familia del Padredefamilia, los colegas de patines, los de pádel, mis amigas de desayunos, los papás de la clase de Bruno, uno de amigas de Carmen. El Padredefamilia tiene otros tantos, unos en los que coincidimos y otros en los que no (el de los colegas y los de las bicis por ejemplo). Aún así creo que ambos podríamos incluso aumentarlos, ¿qué tal un grupo de madres blogueras por ejemplo? Ah no, que para eso tenemos Twitter que es más universal ;)

Las redes sociales también interrumpen conversaciones
Y es que no sólo es el Whatsapp lo que nos interrumpe, si tienes las redes sociales en el móvil, pues eso también puede cortar constantemente una conversación. Tanto los grupos de Whatsapp como los de Facebook o G+ pueden freírte a mensajes que muchas veces ni te interesaran. Pero si estás en un grupo, es para lo bueno y para lo malo, así que no vale quejarse, aunque te manden mil chistes manidos y repetidos del papelón de la selección española de fútbol en el Mundial, la abdicación del Rey, Letizia, las Infantas y hasta el Príncipe Carlos de Inglaterra por ejemplo.

Aún siendo consciente de todo esto, a mí todo tipo posibilidad de estar más en contacto, me parece beneficioso, el quid de la cuestión está en cómo gestionemos y hagamos uso de esas herramientas que nos "facilitan" la comunicación.

Cómo conseguir terminar una conversación sin interrupciones
En casa estamos aprendiendo a que este tipo de cosas no nos pasen, o al menos eso intentamos y para ello aplicamos una serie de pequeñas pautas.
  1. Lo primero de todo hay que discriminar la conversación importante de la que no lo es, así como la urgencia del mensaje. Puede que tengamos que hablar algo inmediatamente aunque no sea lo más importante del mundo.
  2. Elegir el momento en el que vamos a hablar de algo. Tenemos un tema importante que tratar y quizás el momento de la vorágine de baños, cenas y demás no es el mejor para conversar de nada que no sean vanalidades, ni para intentarlo, así que lo mejor será decir: "tengo que contarte esto, recuérdame que lo hablemos luego" y así emplazaremos la charla para cuando ambos dos estemos con los cinco sentidos en la conversación.
  3. Enseñar a nuestros hijos a no interrumpirnos y viceversa, a no ser que sea estrictamente necesario. Con el pequeño aún no podemos trabajar este aspecto, pero Carmen lo ha asimilado perfectamente. La mejor forma de inculcar algo así es respetándola a ella también en las mismas ocasiones. Es decir, que no la interrumpimos cuando ella está hablando o contando algo, nos respetamos los turnos.

    Del mismo modo le exigimos que lo haga con nosotros y con su hermano también, pues esto no es una cuestión de edad, no se trata de que el mayor tiene más derecho de hablar y es al que no hay que interrumpir. De hecho odio la frase esa de: "Estamos hablando los mayores". Se trata de respetar los turnos de palabra de todos.
  4. Disuadir para que no nos interrumpan. Para reforzar el hecho de que queremos que respeten nuestro momento de conversación, podemos poner un cartel informativo en la puerta que rece la frase: "Por favor, NO interrumpir. Padres intentando conversar". Aquí lo tienes para descargártelo y ponerlo en tu puerta o regalárselo a alguien que creáis que lo pueda necesitar.
  5. Liberarnos de la disponibilidad permanente. Nos hemos acostumbrado a que si suena el teléfono fijo en casa o bien nuestro móvil, siempre hay que contestar. Pues confieso, que yo ya no hago eso y que muchas veces lo veo sonar y no contesto.

    Además he visto quien llamaba, pero si estoy liada no me viene bien hablar con nadie. Así que dejo que el teléfono suene, sigo con lo que tenga entre manos y ya devolveré la llamada en otro momento que me venga mejor y asumiendo que para entonces puede ser que esa persona no pueda hablar, pero ya encontraremos el momento bueno para coincidir.

    Como siempre lo mejor es el punto medio, pues hay personas que no se sabe muy bien para qué tienen teléfono móvil si luego nunca contestan, pero cada cual es libre de hacer lo que quiera.
  6. Silenciar los grupos de Whatsapp. Lo confieso, ya muchas veces silencio estos grupos, y el padre de familia ni os cuento. Y es que hay que reconocer que el pitidito constante de los mensajes y notificaciones puede llegar a desquiciar. Si es algo importante ya me llamarán o me localizarán. Una batería de chistes o gracietas, la puedo consultar y responder en cualquier otro momento, como cuando bajo en el ascensor por ejemplo. Reconozco que a veces, cuando estoy en una reunión con el móvil en silencio y lo oigo vibrar por un mensaje de Whatsapp, caigo en la tentación de mirar el mensaje pero lo hago de forma breve y fugaz para saber qué es y ya contestaré en otro momento.
Aplicar estas pequeñas pautas para conseguir que en la pareja podamos tener la comunicación que deseamos, además es un muy buen entrenamiento para poder tener conversaciones coherentes también cuando estamos fuera de casa y con otras personas. Y vosotros ¿Conseguís tener conversaciones sin interrupciones? ¿Cómo lo hacéis?

Cómo hablar de la muerte con niños

martes, 29 de octubre de 2013

Cómo hablar de la muerte con niños
Cuando estamos en el preciso instante en el que aún viven nuestros padres y ya han nacido nuestros hijos, nos parece que eso va a ser así siempre, es el momento ideal. ¡Ojalá pudiéramos detener el tiempo en ese momento en el que los tenemos a todos! pero la vida sigue. Este verano mis hijos han perdido a uno de sus abuelos y ya hemos abierto el ciclo, el ciclo natural de la vida. Esperemos que aunque ha sido antes de lo deseable, tardemos mucho en cerrarlo. Este post me está costando mucho escribirlo y, sin embargo, a la vez siento que necesito hacerlo como parte de ese proceso de aceptación.

Aceptar que somos mortales
El pasar por una pérdida familiar te hace replantearte el aprovechamiento del tiempo. En el blog Xanela Chic, leí esta reflexión: "no saber el momento en el que vamos a morir nos hace vivir como si fuésemos inmortales". Desde luego que no es así, por lo que más nos vale vivir como mortales conscientes y aprovechar nuestro tiempo al máximo.

La muerte es un tema tabú, al menos en nuestra cultura. No nos gusta hablar de ello, en buena parte porque desde que somos pequeños es un tema que se evita hablar con nosotros y al final incorporamos esa actitud con respecto a ese tema. Paradójicamente, creo que el hablar del ciclo de la vida con naturalidad y aceptarlo nos puede ayudar a vivir mejor aparte de conseguir una madurez con respecto a la nueva dimensión que tenemos de la vida y la muerte.

Halloween, Día de Muertos o de Difuntos son los momentos permitidos para hablar de la muerte
La muerte es una realidad ineludible pues afecta no al 100% de las personas, sino al 100% de los seres vivos y sin embargo sigue siendo un tema tabú del que parece que no podemos hablar. Yo he aprendido que no es más que otra parte de la vida y que está bien el intentar asumirla como algo natural. Eso me ayuda a vivir mejor y, quiero pensar que también estaré más preparada cuando a mí misma me toque afrontar ese momento. Así pues a la pregunta ¿Por qué no hablamos de la muerte a los niños? la contestación sería más bien otra pregunta: ¿Por qué no hablamos de la muerte?

En una fiesta de Halloween
En una fiesta de Halloween
Nos parece que la muerte es sórdida, macabra y detestable y por eso no hablamos de ella en ningún caso, pues es de mal gusto. Los únicos momentos que parece lícito hablar de la muerte son algunas celebraciones como Halloween (1), festividad tradicional americana que trata la muerte como algo lúdico pero al mismo tiempo asociada al miedo y el terror. En México tienen su Día de Muertos y en España y otros lugares el Día de Todos los Santos y el Día de Difuntos. Parece ser que el momento de celebración de estas festividades no es casual, sino que está ligado a la "muerte de la Naturaleza", cuarenta días después del equinoccio de otoño (22 de septiembre).

(1) Apunte de Paparracho sobre Halloween: es una fiesta celta con más de 3000 años de antigüedad. El nombre original es Samhain (gaélico de "fin del verano") y lo llevaron los irlandeses a EEUU con la emigración de principios del siglo XX. En las zonas rurales de Asturias y sobre todo de Galicia (donde se conoce como Samaín), se celebra desde tiempo inmemorial.

Es importante no afrontar la muerte en soledad
Cuando falleció el abuelo de mis hijos, Carmen estaba con sus yayos pasando unas vacaciones en el pueblo. Eso fue una suerte porque fueron unos días estresantes y no sé qué tal hubiéramos podido manejar la situación si hubiera estado aquí, entonces no estábamos preparados, ahora ya sí.

Por su parte, Bruno estaba con nosotros y aunque él no entendía ni entiende de estas cosas, estoy segura de que pudo notar la tensión. Pasó tiempo con amigos que muy amablemente se ocuparon de él esos días.

Una parte muy importante es que las personas que tienes a tu alrededor se impliquen y te acompañen esos días en lo que puedas necesitar. Y a veces, aunque no necesites nada de ellos y ni siquera lo pidas, solamente que estén ahí contigo y no te sientas solo es muy importante. Que nosotros estemos lo mejor posible en esos momentos hará que podamos atender mejor a nuestros hijos.

Cómo decirle a un niño que un ser querido ha muerto
Por suerte para mí, como Carmen no estaba con nosotros, y a ella sí que había que darle una muy buena explicación, tuve tiempo para preparar cómo íbamos a decírselo. Dimos con una muy buena guía sobre el duelo infantil, de descarga gratuita, elaborada por la Fundación Mario Losantos del Campo (FMLC), una asociación sin ánimo de lucro que, entre otras cosas, cuenta con un servicio gratuito de ayuda al duelo de adultos, niños y adolescentes.

Estuve leyendo esta guía y es totalmente recomendable. Me ayudó mucho y no sólo para enfocarlo para mi hija, sino que aprendí cosas que me sirvieron para mí misma. Es por eso que recomiendo totalmente su lectura a modo de reflexión y aunque no haya fallecido ningún familiar ni persona cercana. Es un relato breve, está todo muy bien explicado y se lee muy rápido.

Muchas veces y de forma espontánea los niños nos preguntan con total inocencia y normalidad sobre la muerte y nosotros incomodados por el tema de conversación lo eludimos. Al final dejan de preguntar porque notan que no nos gusta hablar de ello. Esta guía puede ser una ayuda para tener esos momentos de conversación con tranquilidad y normalidad.

Navegando por internet he encontrado este artículo recopilatorio de cuentos infantiles que explican la muerte y que supongo también pueden ser de utilidad para tratar el tema.
El desarrollo de los niños afecta a cómo entienden la muerte
Una anécdota muy bonita y a la vez graciosa para mí fue el punto de vista tan distinto que tenía un primo de Carmen y mi hija. Hay que valorar que en edades tempranas aún está muy presente la fantasía de los niños en todos los aspectos de su vida. Si aún están en esa fase en la que la magia aún forma parte de su día a día, algo particular de cada niño, eso influirá en cómo perciba el hecho de la muerte. Así pues, el primo de Carmen de nueve años, cuando llegó al tanatorio y estuvo también viendo el cementerio, decía que él quería que lo enterraran para así luego... ¡hacerse zombie!

Sin embargo, mi hija Carmen con siete años tiene una visión totalmente realista y pragmática del momento de la muerte. En días de vacaciones que coincidimos con su yaya, Carmen le sacaba el tema porque quería hablar de lo que ella pensaba y había reflexionado. Me sorprendió la naturalidad con que se planteaba lo que querría para ella, cuestiones que yo no me he atrevido a preguntarme a mí misma. Le decía a su yaya que ella cuando se muriera querría que la incineraran para que así la familia se pueda quedar con las cenizas y tengan algo de la persona querida. Ojalá conserve esa naturalidad libre de prejuicios para pensar sobre las cosas. Yo por mi parte intentaré que así sea.

Si tu hijo te pregunta sobre este tema o te animas a hablar de la muerte con él cuando surja, quizás te interese mi otro artículo Ocho claves para hablar de la muerte con niños.

Y tú ¿hablas de la muerte con tu hijo? ¿Te ha preguntado alguna vez?